La pasada semana Pablo Ferrández interpretó el Concierto para violonchelo de Elgar acompañado de la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la dirección de Roberto González Monjas. Con motivo de su estancia en Coruña Lucía Iglesias (alumna del CSM A Coruña y socia de Soncello) y Carolina Landriscini (catedrática en el CSM A Coruña y presidenta de Soncello) nos desplazamos hasta el Palacio de la Ópera tras un ensayo general donde tuvimos el placer de realizarle una entrevista que os dejamos a continuación.
LUCÍA- ¿Quiénes han sido los profesores más importantes para ti y qué cualidades destacarías en cada uno de ellos?
PABLO- La persona que más me ha influenciado ha sido, sin duda, Natalia Shajovskaya. Estudié con ella desde los 13 hasta los 19 años y me lo enseñó todo, básicamente. Cómo entender la música, cómo buscar la máxima expresión en todo lo que hago, o el entender cómo funciona un fraseo. En definitiva, cómo conseguir que el violonchelo suene de una manera y no de otra. Ella no se metía con nada técnico, simplemente te decía lo que “ tenía que sonar” y la emoción que tenías que transmitir y luego tú ya te lo montabas un poco como para intentar conseguir eso. Después, estudié con Frans Helmerson en Kronberg y con él fue todo lo contrario. Con él hablábamos exclusivamente de cuestiones técnicas y menos de música. Él me ayudó a liberarme mucho de tensiones que yo venía arrastrando de antes, supongo que por intentar conseguir todas las cosas que te comentaba antes, yo venía con tensiones innecesarias. Además, Helmerson es una persona que conoce súper bien el instrumento y me enseñó a tocar de la manera más eficaz y más “económica” posible.
L- ¿Alguna vez has tocado el concierto de Elgar en algún concurso? ¿Crees que es una pieza adecuada para ello?
P- No lo he tocado pero las piezas que tocas en un concurso dan un poco igual. En realidad tienes que intentar tocar lo que mejor toques y el resto da igual. Muchas veces uno piensa “tengo que tocar el repertorio más difícil para impresionar”. Eso no impresiona nada, lo que impresiona es tocar bien. Obviamente no hay nada fácil, tu puedes tocar la obra que más fácil te parezca que si la tocas realmente bien impresiona mucho más que una obra difícil tocada de manera insegura.
L- ¿Cuándo fue la primera vez que estudiaste el concierto de Elgar y cuáles fueron las dificultades que encontraste más significativas?
P- No me acuerdo pero bueno, es un concierto que no es nada fácil, sobre todo en cuestiones de fraseo y estructura. No es tan sencillo como la gente piensa, es muy fácil que “se te caiga” por secciones, es muy fácil que suene un poco aleatorio. Elgarl incluye mucha información de fraseo y a veces hay secciones que quedan un poco raras. Es ahí cuando hay que interpretar un poco qué quiere decir él con esos accelerandos, ritardandos… Hay ocasiones que pone en tres compases cuatro indicaciones de fraseo y hay que intentar entender qué quería. Eso es algo que lleva tiempo, yo creo que lleva varios conciertos hacer que sea propio y que suene natural. Bajo mi punto de vista, esa es la mayor dificultad que plantea la pieza. Además es un concierto para solista mucho más concertante de lo que podríamos pensar a priori. Hay muchas partes en las que el solista toca CON la orquesta, hay muchas veces que el solista está tocando el tema y de repente lo recogen los violines primeros, de repente los segundos y de repente lo vuelves a tocar tú… No es como el concierto de Dvorak, en el que tú eres el solista y tocas y ya está. En este concierto vas “entrando y saliendo”, por eso no es tan fácil las primeras veces que lo tocas en cuanto a balance. Por ejemplo, el principio del tercer movimiento es como tocar el “Don Quijote” en el que el solista es uno más de la orquesta, obra en la que, aunque el solista tenga la voz principal, está al mismo nivel que la orquesta. Esto es algo a lo que también hay que acostumbrarse.
L- Siguiendo en esta línea, ¿qué es lo más importante para ti en una orquesta a la hora de acompañar este concierto?
P- Que sepan escuchar (risas)… Pasa mucho en todos los niveles de orquesta que hay un síndrome que es que miras al director y ya no escuchas, y otro que miras a la partitura y escuchas menos. El solista intenta hacer “el oro y el moro” con las dinámicas por ejemplo, y la orquesta está un poco ajena a eso. Cuando tocas con una orquesta que sabe escuchar, que está mirando al director y que a la vez está escuchándote a ti, así es facilísimo tocar.
L- ¿Qué versiones del concierto de Elgar te han servido o te sirven como inspiración?
P- Bueno, cuando era adolescente realmente escuché mucho a Du Pré, cuya interpretación es maravillosa, pero hace ya muchos años que no escucho este concierto en particular. Pero sí, las escuché todas. A mí es que me gusta mucho escuchar y comparar versiones, es algo que me parece muy interesante. Cuando estaba estudiando, una cosa que hacía mucho era que seleccionaba una frase determinada y me la ponía con todos los CDs que podía encontrar y me hacía preguntas. Creo que así se aprende mucho y lo hacía mucho cuando era estudiante. Lo hacía también con conciertos de violín, piano… Aprendes cómo frasean los grandes intérpretes. Incluso si alguien tiene grabada una misma obra varias veces, es interesante preguntarse por qué suena diferente, cómo ha cambiado o en qué ha cambiado, cuál me gusta más, cuál me gusta menos… Uno va entendiendo cómo lo hacen los grandes, y por qué lo hacen así. Y luego cuando vas teniendo tu propia versión, obviamente todas las ideas que tenemos vienen influenciadas por algo, por la cultura o por lo que sea, entonces cuanto más sepas y cuanto más conozcas, supongo que ayuda.
L- ¿Qué aspectos destacarías de la interpretación de Du Pré y por qué crees que ha marcado un antes y un después?
P- Obviamente es una versión legendaria por lo grande que era ella, por su pasión. También supongo que se hizo famosa por quien era ella, porque es inglesa, por la época y porque lo tocaba impresionante, pero más allá de ahí no sé… son muchas cosas. Pero no te sabría decir porqué ella es increíble y “mengano” no. Obviamente dices Elgar y piensas en ella, eso está claro, pero no te sabría decir el porqué.
L- ¿Qué consejo le darías a un joven chelista que esté empezando a estudiar este concierto?
P- Que intente entender por qué está haciendo las cosas y que intente descifrar qué está pasando en la orquesta. Porque todo, por ejemplo el primer tiempo, que parece muy repetitivo, cada vez es diferente. La voz del solista es exactamente igual, pero en la orquestación cada vez pasa algo diferente. Entonces, hay que preguntarse por qué está
pasando esto, cómo me afecta a mí. Obviamente no puedes tocar exactamente igual sin tener en cuenta lo que está pasando en el acompañamiento. Eso me influencia mucho para saber cómo tocar y es muy fácil reconocer cuando escuchas a alguien y no sabe lo que está pasando debajo o alrededor de ellos. Yo creo que en este sentido, les diría que estudien o que escuchen todo lo que está pasando a su alrededor y que basen su versión y su interpretación en eso.
L- ¿Qué consejos les darías en general a los jóvenes que estudian chelo?
P- Que todo lo que intentes hacer sea por algo, de alguna manera tocar el chelo es lo menos importante del mundo y hay que enriquecerlo con el contenido musical. Por ejemplo, todas esas cuestiones de interpretación que estoy comentando, qué es lo que pasa a tu alrededor: por qué esta armonía, por qué esta nota y por qué no otra… Al dedicarnos al máximo nivel, convertimos algo tan trivial como tocar el chelo en algo increíblemente importante que yo creo que es lo beneficioso. Nosotros como artistas tenemos que tener la máxima seriedad en cuanto a nuestro oficio y muchas veces veo a los jóvenes tocando a un nivel muy superficial, muy “mira qué guay soy”, “mira qué bien toco”… no hay esa profundidad y esa seriedad en lo que veo. Buscar la máxima calidad, todas las notas acabadas, bonitas o no bonitas, dependiendo de lo que corresponda. Cuando doy clases magistrales noto poca seriedad en la profesión, entonces esto es lo que les diría.
CAROLINA - Por mi parte, quería aprovechar para preguntarte por el instrumento que tocas, es el Strad Aylesford no?
P- No, ahora toco el Stard Archinto.
C- ¿Por qué tocas este y no el Aylesford?
P- Tuve el Aylesford durante 10 años. Todos los préstamos de la Nippon Foundation tienen una fecha de caducidad. Normalmente la gente los toca siete años y yo ya llevaba 10 entonces me puse a buscar otro chelo por si acaso. Yo no pensaba en un Strad porque hay muy pocos pero un día me llamó una persona de Berlín y me dijo: “Pablo tengo aquí uno de los top 5 de los chelos en mi salón por si te interesa probarlo”. Entonces fui a Berlín a probarlo. Este chelo nunca había estado tocado, siempre estuvo en colecciones. Antonio Stradivari lo construyó para el arzobispo de Milán que se llamaba Archinto y por eso el chelo se llama así. Le encargó un chelo y una viola que estuvieron siempre en colecciones. Estuvo en la iglesia, luego lo compró Villaume para estudiarlo y hacer copias del instrumento porque es como una locura a nivel construcción, según me han explicado los luthieres. El caso es que apareció por ahí en esta ocasión, lo probé y el chelo estaba un poco “dormido” pero tras tocarlo durante sólo media hora el chelo empieza a despertarse super rápido y yo me dije “este chelo es muy interesante”. Dije que me gustaría probarlo un poco más y me dijo “hoy es mi cumpleaños y esta noche celebro una fiesta con unos amigos, ¿ te importa venir a tocar 10 minutos para nosotros?”. De manera que esa tarde toqué durante 10 - 15 minutos y se me acerca un señor y me dice “Pablo, ¿qué piensas del chelo?”. Le dije que era una bomba que era impresionante y me dice “lo quieres?” y yo “si, si, claro” y me dijo “si lo quieres, es para ti, te lo compro”.
C- Esa persona fue un mecenas? ¿Compró el instrumento?
P- Sí, compró el instrumento y me lo ha cedido de por vida. Eso fue en 2021 y al principio tocaba mejor el Aylesford que este e intentaba hacer una semana con cada uno. Pero poco a poco este fue abriéndose y mejorando y me iba gustando más y más. Empecé a notar que al cabo de unos meses, cuando yo consideraba que un concierto era más importante, me iba a tocar el Archinto. Empecé a dejar de tocar el Aylesford y de repente me di cuenta que llevaba 8
meses sin tocarlo. Es un chelo que yo quiero mucho pero cada vez que volvía a tocarlo echaba de menos este. Le escribí a la Nippon Foundation y les dije: “no estoy tocando nada el chelo, ¿qué queréis que haga?. Voy a ir a Japón que tengo unos conciertos y lo voy a dejar allí unos meses a ver qué pasa, si lo echo de menos de verdad o no”. Lo dejé allí cuatro meses y finalmente decidí devolverlo porque es una pena que esté este chelo sin tocar, así que el pasado septiembre toqué un concierto para ellos y ya lo devolví.
C- Y este mecenas quiere ser anónimo?
P- Sí, él quiere ser anónimo. Me cede el chelo por medio de la Stretton Society, una sociedad alemana, de Berlín.
L- Muchas gracias por tu tiempo, ha sido un verdadero placer poder hablar contigo de estos temas tan interesantes. Disfruta de la ciudad y mucha suerte en el concierto, estaremos aquí para escucharte.
Al día siguiente acudimos al concierto en el que Pablo demostró un conocimiento y dominio pleno del concierto. Su interpretación fue muy personal con unos fraseos, en mi opinión muy acertados. Destacaría de él la interacción y conexión que establecía en todo momento tanto con la orquesta como con el director, realizando en todo momento música en conjunto, dando como resultado una interpretación excepcional.
Muchas gracias a Pablo por su tiempo y muchas gracias a vosotros, lectores, por vuestro tiempo y atención.
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